Para los habitantes del municipio Palavecino, quedarse sin gas es una verdadera tragedia y más en los centros más apartados de Cabudare.
Diariamente, a las afueras de los estantes de distribución o
en las casas de familia en donde se expende el vital producto, se observan
largas colas con una fila de bombonas vacías.
En la mayoría de los estantes de gas estrictamente “venden a
vecinos debidamente identificados por el consejo comunal o a conocidos”, apunta
un vecino de la avenida 2 de urbanización La Mata, agregando que debe salir muy
temprano a hacer la cola para conseguir un cilindro.
Otra anciana que encontramos en la cercanía de un estante del
caserío El Mayal, declaró que el calvario para conseguir gas pasa por muchas
agrias etapas: “primero debes cargar con la bombona, hacer una cola desde
temprano bajo el sol y por último pelear con los revendedores que llegan en
camionetas o camiones a descargar el camión de PDVSA-Gas y llevarse entre 20 y
40 bombonas”.
El negocio de la venta
A juicio de Carmen
Contreras, habitante de Cabudare, para obtener una bombona de tres kilos de
gas, debe emprender una dramática peregrinación por no menos de seis a ocho
centros de distribución, entre Cabudare, La Mata, Las Acacias y “otros
recovecos”.
-Además hay que pagar un sobreprecio de entre 100 y 150
bolívares, si de verdad necesitas, dijo.
Como dato curioso, Venezuela cuenta con el yacimiento de gas
más grande del planeta, no obstante, sus habitantes y en especial los
palavecinenses, “tienen que mendigar por una bombona”, coincidieron los
encuestados.
Acotaron que lo más calamitoso de la situación es que no hay
autoridad que pueda controlar el triste escenario “o simplemente hay
complicidad”.
Texto y foto:
Luis Alberto Perozo Padua
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