Elizabeth Salazar, 64 años |
Elizabeth Salazar tiene ocho meses con cáncer de mama. Ella desafió el pudor por su vida el
pasado martes, 5 de junio, cuando, en medio de una concentración de pacientes crónicos en el Ministerio de Salud, decidió mostrar su seno izquierdo
destrozado por el avance de la enfermedad ante las cámaras de televisión para
pedir auxilio al Gobierno. Lo hizo para solicitar las quimioterapias que necesita
para frenar la multiplicación de las células malignas que le van restando
energías. Ella es solo una cara visible de los miles pacientes que chocan de
frente contra un sistema de salud que está en emergencia. “Ninguna mujer tiene
que verse en la necesidad de mostrar su seno enfermo para que el Gobierno nos
brinde ayuda, para que el Gobierno cumpla con el derecho a la salud, pero
necesitaba mostrar cómo me sentía”.
La voz de Elizabeth es pausada y da la idea de que está
tranquila. Así, al menos, admitió que se sentía cuando decidió repasar una vez
más la odisea que experimentó desde el momento en que el médico oncólogo le
confirmó que tenía cáncer de mama. Estaba cansada, pero no tenía dolor en su
seno, porque le donaron calmantes y antibióticos. Esos tratamientos los recibió
gracias a la solidaridad de organizaciones y particulares que se sensibilizaron
al ver las fuertes imágenes de ella mostrando su mama en sus redes sociales.
Desde el martes, el celular de su esposo, Luis Rafael Ugas,
no ha parado de sonar de tantas llamadas que recibe por las ayudas.
Las quimioterapias era lo que le pedía Elizabeth al
Ministerio de Salud, en esa concentración en la que otros pacientes con
enfermedades crónicas le exigían medicinas. “Conseguir mi tratamiento se
convirtió en una lucha”. El trajín empezó cuando el médico del Hospital
Oncológico Padre Machado, ubicado en El Cementerio, al sur de Caracas, le mandó
hacerse una serie de exámenes. Solo pudo practicarse algunos, pero los más
importantes, como una tomografía y una gammagrafía ósea, no se los pudo
realizar por no contar con dinero, incluso porque en los hospitales públicos
que visitó no los hacían por falta de reactivos. Sin esas pruebas, Elizabeth no
podía comenzar el tratamiento para reducir el tumor.
“Pasaron meses hasta que le dije al
doctor que no podía seguir esperando, pues la piel del seno comenzaba a ponerse
negra; me picaba. En principio me había mandado hacer una tomografía, pero
necesitaba el contraste, que nunca conseguí sino hasta que fui al Pérez Carreño.
Ese día que acudí, no me hicieron el examen porque tenía la presión alta. Luego
me di cuenta de que el contraste era una solución yodada que me daba alergia y
el médico me recomendó hacerme la tomografía sin el reactivo. Tres semanas
después, por fin, me dijeron que recibiría quimioterapia, y allí comenzó mi
otra lucha”, contó.
El diagnóstico preciso de Elizabeth es cáncer ductal de mama, un
tumor que incluso había hecho metástasis en otras partes del cuerpo, pero de
eso no tiene certeza. Para hacerle frente a las células malignas, el médico
oncólogo le dijo el 3 de mayo que debía cumplir un ciclo de diez sesiones de
quimioterapia, con aplicación de una línea de tratamiento que comprende la
aplicación de Docetaxel de 100 mg, Dexametasona de 16 mg, Ondasetron de 8 mg y
Neupogen de 300 mg. Ninguno de los medicamentos lo consiguió en los
hospitales del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (Ivss) ni en el
Banco de Drogas Antineoplásicas (Badan). En medio de la búsqueda, la piel de su
seno izquierdo comenzó a oscurecérsele, se le empezó a infectar. Lo único que
había conseguido era diez ampollas de las veinte de Dexametasona, que le
otorgaron en la Fundación Pueblo Soberano y aún permanecen bajo refrigeración
en su nevera.
Con información de El Pitazo
Leer reportaje completo aquí
0 comentarios:
Publicar un comentario