viernes, 8 de junio de 2018

En Venezuela, las habitaciones vacías cuentan historias (+FOTOS)

Fotografías de los hijos de Lena Martin; sus abuelos siguen viviendo en la casa y no planean irse. Caracas, Venezuela, 2017 CreditMariana Vincenti

Venezuela ha enmudecido, ostensiblemente desolada.

“Se ve vacía”, dijo la fotógrafa Mariana Vincenti. “Dondequiera que vayas: en las calles, en los salones de clase, por todos lados”.

Fue este absoluto silencio lo que la llevó a explorar la gran emigración de Venezuela. El caos político y la debacle económica han convertido a algunas ciudades en pueblos fantasma. Los comercios están vacíos; los hogares quedaron completamente amueblados, como si las personas simplemente hubiesen salido de compras al supermercado.

Desde septiembre de 2017, Vincenti ha fotografiado las habitaciones de sus compatriotas que abandonaron el país en busca de una vida mejor. Se calcula que aproximadamente un millón y medio de venezolanos se ha marchado del país, pero se espera que la cifra aumente. Estamos acostumbrados a ver imágenes de ríos de migrantes desesperados en las fronteras, declaró Vincenti, pero ella quería dirigir su lente hacia el otro lado.
Esta es la habitación de la fotógrafa Mariana Vincenti, de 28 años, quien viajó a Estados Unidos para estudiar fotoperiodismo. Caracas, Venezuela, 2018 CreditMariana Vincenti

“¿Qué sucede con ese espacio, con un país que enmudece?”, pregunta.
Vincenti comenzó el proyecto cuando volvió a su casa en Caracas después de estudiar fotografía en Nueva York. Llamó a su amiga Valeria Pedicini, una periodista venezolana, para ponerse al día y preguntarle por sus amigos.

“Me respondió: ‘Todos se han ido’”, recordó Vincenti. “Te sientes como un guerrero en tu propio país porque todo el mundo se ha marchado. ‘Ya se fue’ es la frase más común que pronuncian los venezolanos últimamente”.
Vincenti también se marchó pero hace poco visitó a sus padres en Caracas y encontró la habitación de su niñez casi intacta: la lista de pendientes en el espejo, boletos de conciertos, un cigarrillo de su época de fumadora y otros artículos.
El hogar de Vanessa Pérez, de 36 años, y Fabiola La Corte, de 45. Una de ellas se marchó a Estados Unidos, la otra a España, después del fallecimiento de su madre. Caracas, Venezuela, 2018 CreditMariana Vincenti

“Mi habitación es particular, me apropié de ella, pero las cosas que conforman mi espacio no son cosas que llevarías contigo si te mudas a otro país”, dijo. “Solo puedes llevar 23 kilos. ¿Qué eliges llevar contigo? ¿Cuáles son las cosas que vas a necesitar?”.

En Venezuela, la mayoría de los jóvenes viven con sus padres hasta que contraen matrimonio, así que las habitaciones que visitó estaban llenas de recuerdos.

“En tu habitación está tu esencia, y lo que no llevas contigo cuando te marchas”, dijo Vincenti. “Yo sigo ahí. Era un recordatorio de que, como yo, había millones de habitaciones en Venezuela abandonadas por sus dueños. Las familias siguen viviendo en esas casas y tienen que mirar el espacio vacío a diario”.
 
La habitación de Verónica de Ascencao, de 27 años. Ella ahora vive en Irlanda gracias a la colaboración de su hermano que le ayudó con los boletos y a conseguir trabajo. Caracas, Venezuela, 2017 CreditMariana Vincenti
Junto con Pedicini, ambas se dispusieron a buscar distintos tipos de habitaciones e historias por toda Caracas; Vincenti fotografiaba y Pedicini entrevistaba a las familias.

“Vimos cómo enfrentaban la pérdida, cómo sorteaban esto”, explicó Vincenti. Una de las madres que entrevistaron fue Elisa Martínez, cuyo hijo Jorge Badra salió de Venezuela para dirigirse a Madrid. Ella emigró de Cuba, escapando de la dictadura. Junto con su esposo construyó una enorme y hermosa casa para sus hijos, relató Vincenti, con la idea de que fuera el hogar de las futuras generaciones de su familia.

“Y luego fue ella quien alentó a su hijo mayor a marcharse”, dijo Vincenti, quien comentó que Martínez pensaba que como su hijo es abogado tendría mejores oportunidades en otro lugar. “Su corazón estaba dividido”.

The New York Times

La habitación de José Badra, de 30 años; el viajó a Madrid luego de perder su trabajo. Caracas, Venezuela, 2018CreditMariana Vincenti

Mireya Roso, de 57 años, se fue a Argentina en busca de estabilidad económica. Caracas, Venezuela, 2018CreditMariana Vincenti


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