El profesor Taylor Rodríguez García, cronista oficial del municipio Palavecino del estado Lara, falleció de un ACV, la tarde del lunes 7 de agosto de 2017, en su casa, ubicada en Cabudare |
El cronista de Cabudare en conferencia de prensa, junto a su esposa
Teresa Pereira y Argenis Latiegue, ambos asistentes
del despacho del Cronista
Foto: Luis Perozo Padua para EL IMPULSO
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Se nos fue Taylor Rodríguez García. “Murió el cronista de Palavecino”, se escuchó decir en la plaza Bolívar de Cabudare la tarde de este lunes. Los vecinos de la concurrida iglesia San Juan Bautista, se estremecieron con la triste noticia que corrió rápidamente.
Taylor Rodríguez creció
en su natal Río Tocuyo, en un hogar modesto pero integrado por buenos
principios. Desde muy pequeño, se hipnotizaba con las hojas sueltas de EL
IMPULSO, único periódico que llegaba por ese tiempo al solitario pueblo
torrense.
La anterior crónica
nos la contó el propio historiador, cuando le hicimos una semblanza para las
110 Historias de EL IMPULSO, en ocasión del aniversario de este rotativo. Nos
relató que se sentía seducido con las letras, por ende, luego que su padre
terminaba de leer el periódico, corría a ojearlo, escenario que le permitió -antes
de los seis años-, “leer corrido y sin pausas”.
Hablar de Taylor
Rodríguez García, es sin lugar a equívocos, mencionar a Cabudare, es adentrarse
a la historia densa del municipio Palavecino, y nos atrevemos a afirmar que es
incluso, debatir sobre las crónicas de Simón Planas y Torres. En general,
indagar sobre la menuda historia del estado Lara es conseguirse con los apuntes
y anotaciones de este acucioso investigador.
Maestro de notables
historiadores y periodistas, y discípulo de renombrados catedráticos de la
talla de Federico Brito Figueroa y nuestro Reinaldo Rojas.
El legado del maestro
Escribir de Rodríguez
García, es tarea difícil, pues hay que sumergirse en más de 40 obras sobre
historia y microhistoria de Cabudare. Es enumerar más de 30 foros realizados
por el Diario EL IMPULSO sobre investigaciones y piezas documentales halladas
en repositorios nacionales y estadales sobre el pasado del municipio Palavecino,
es adentrarse a las incontables páginas que escribió para libros, revistas,
folletos especializados y artículos en diferentes periódicos de circulación
nacional y local.
Sus columnas semanales
eran una clase magistral, pero las fascinantes entrevistas sobre temas de
investigación y crónicas cabudareñas, bien pudieron servir para una colosal
obra enciclopédica.
Del decir de la
periodista Violeta Villar Liste: “citar al cronista Taylor Rodríguez García, es
reencontrarse, sin vacilación, con la historia cabudareña, y sobre todo, con un
ser enamorado de su oficio”.
Desde la década de
los noventa, Taylor Rodríguez, se entregó con pasión a la historia de
Palavecino, cuando fue nombrado, por el Concejo Municipal, en 1992, cronista
oficial de la jurisdicción.
Su incuestionable mística
y el amor profundo hacia su labor, pronto sacaron del abominable olvido la
historia de Cabudare.
Desde un cuchitril,
mohoso y maloliente que le asignaron como oficina en el estacionamiento de los
camiones del aseo urbano, en la sede de los Poderes Públicos, el historiador
inició su trabajo para encontrarse con mayor energía y entusiasmo con aquello
que amaba con devoción: la investigación histórica.
Con Teresa fundó un
hogar modelo, de entrega y honestidad. Hace un par de años, cuando los
padecimientos comenzaron a aquejarlo seriamente, trató de hacer una pausa, pudo
optar por viajes o el descanso lejos de los libros y de la biblioteca que erigió
para beneficio de los larenses. Pero su vocación no se lo permitió, y se le
veía diariamente, con devoción, cumplir con su generoso oficio de maestro y de
investigador, siguiendo el ejemplo de Lisandro Alvarado.
Pero como siempre
ocurre con los hombres nobles, queda su virtud, sus valores, y sobre todo, su
desprendimiento terrenal, “donde sembró para recoger buenos frutos”.
Ese era Taylor
Rodríguez García, y así será recordado siempre y para siempre: como el maestro que
nos contó la historia menuda de Cabudare.
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