Los impactantes relatos sobre la red de abusos y encubrimiento de la que acusan a obispos y sacerdotes en Chile
La iglesia chilena
asegura que su salida fue aceptada "por motivos de edad". Sin
embargo, BBC Mundo estuvo en Chile y conversó con quienes acusan al obispo de
la tercera diócesis más importante de Chile de encubrir abusos y desestimar sus
denuncias.
Según su testimonio, había dos
sacerdotes con el grupo de jóvenes y uno se tuvo que ir. Esa noche, el padre M,
quien quedó a cargo, les dijo que tenían que bañarse en la piscina, desnudos.
"Con otro compañero nos negamos, pero nos dijo que si no lo
hacíamos era porque nosotros teníamos problemas sexuales. Frente a eso y con 17 años uno dice: ´Bueno, será´". Y se
metió a la piscina.
El padre M comenzó a pasar entre nosotros. Nos tocaba y nos decía que
esto era súper bueno porque ayudaba a la confianza, al autoestima" .
Mauricio Pulgar
"El padre M comenzó a pasar entre nosotros.
Nos tocaba y nos decía que esto era súper bueno porque ayudaba a la confianza,
al autoestima. Fue bien traumático".
BBC Mundo tuvo acceso a una
declaración jurada de otro de los asistentes quien confirma la versión de
Pulgar. "Nos pareció raro, pero luego nos convenció de que era algo
'choro' (entretenido)".
"Éramos muy jóvenes y no veíamos
maldad o dobles intenciones, menos viniendo de un cura", continúa la
declaración.
Dos
meses después, Pulgar ingresó al seminario de Valparaíso, pero muchos de los
comportamientos de los formadores le hacían ruido.
"Si uno no se
dejaba dar besos en la cara era porque uno tenía problemas. Había que vestirse
como el padre M quería y empezaron a alejarme de mi madre".
Según el entonces
seminarista, había comentarios completamente fuera de lugar, como los que hacía
el entonces profesor de liturgia, hoy uno de los obispos removidos por el papa,
Gonzalo Duarte.
"Se
obsesionaba con hablar de temas sexuales que no tenían nada que ver con
liturgia. Un día, por ejemplo, empezó a decir que si uno tenía una erección y no sabía
qué hacer o si uno se masturbaba mucho, tenía que hablar con él, porque él era
la persona adecuada… ¡el profesor de liturgia!".
A medida que pasaba
el tiempo, Mauricio fue quedando incomunicado. Sólo le permitían ver a su madre
si ella lo visitaba, en una sala con una pared de vidrio, desde la que los
formadores podían controlar lo que hablaba.
"Mis papás
eran divorciados y mi mamá se volvió a casar, así que para estos sacerdotes era
un ser inferior. Además insistían en que las cosas del seminario no debían
hablarse afuera".
"Te meten la
idea de que si tú le haces daño a la Iglesia eres prácticamente el anticristo.
La obediencia y la sumisión es parte importante de la formación. En ese momento
uno cree que es así, que el problema es uno".
Pulgar
le dice a BBC Mundo que comenzó a tener crisis de angustia a partir de los
maltratos y humillaciones, además del acoso homosexual.
"(Los
formadores) te abrazaban, te tomaban por la espalda, se llevaban a compañeros a
las piezas. Si uno no quería ir o rechazabas los cariños en el cuello, se
enojaban. Un día me chorié (enojé) y como había estudiado karate le doblé el
brazo a uno y le dije que no me molestara más. Ahí me catalogaron de violento,
me mandaron al psicólogo y el trato se volvió insoportable".
Un día me chorié
(enojé) y como había estudiado karate le doblé el brazo a un sacerdote y le
dije que no me molestara más. De ahí el trato se volvió insoportable".
Mauricio
Pulgar
"Dije que no
aguantaba más y que me iba, pero me dijeron que no había permiso y que iba a
llamar al obispo. Entonces otro sacerdote que conocía me invitó a ayudarlo en
su parroquia, fue mi forma de salir del seminario".
"Me
desperté al oír un jadeo"
Según el testimonio
de Pulgar, mientras él estaba en el seminario hubo un sacerdote al que
mantenían encerrado, el padre H. Nunca supo la razón, pero los formadores le
prohibieron juntarse con él.
Pulgar lo conocía
de la parroquia que frecuentaba cuando adolescente, así que llamó a los padres
del sacerdote, quienes lo sacaron y se lo llevaron a otra diócesis, a 120
kilómetros, donde retomó sus labores sacerdotales.
La parroquia del
padre H quedaba en una ciudad cercana a la parroquia donde trabajaba Mauricio,
así que comenzó a ayudarlo algunos días.
Pero, nuevamente,
algo no andaba bien.
Me preguntó por qué
no dejaba que me 'iniciara' y yo nunca entendí, pensé que estaba bromeando. Él
decía que todos éramos homosexuales y había que probar".
Mauricio
Pulgar
"Me preguntó
por qué no dejaba que me 'iniciara' y la verdad yo nunca entendí, siempre pensé
que estaba bromeando. Él era muy sarcástico y decía que la heterosexualidad no
existía, que todos éramos homosexuales y había que probar.
"Yo sé que (el
padre H) tuvo problemas serios de homosexualidad en San Felipe (su nueva
diócesis). Aquí, no sé", le confirma el obispo Gonzalo Duarte a BBC Mundo.
"Un día me
pidió que me quedara en la parroquia durante la noche. No me pareció bien
porque la otra pieza estaba ocupada por otro sacerdote, pero me dijo: 'Yo pongo
un colchón al lado de mi cama'. Le dije que prefería dormir en el living; me
dio un sándwich y una bebida, pero me empecé a sentir mal y me dijo que me
recostara en la cama. De ahí yo me desvanecí y sólo me desperté al
oír un jadeo. Me estaba abusando. Yo traté de mover los
brazos y las piernas y no pude. Logré mover una mano, pero me la tomó, junto
con la otra y…". Su voz se quiebra.
"Me dijo:
'Quédate tranquilo que aquí no ha pasado nada'. Abrió un cajón lleno de plata y
me dijo que ahora era de su círculo. Le dije que no quería ser de ningún
círculo y me fui.
BBC Mundo tuvo
acceso a audios donde el padre H reconoce que ultrajó a Mauricio. Los audios no
pudieron ser verificados ya que BBC Mundo intentó comunicarse reiteradamente al
padre H, sin obtener respuesta.
Después
de un tiempo, Mauricio le contó a otro sacerdote lo que había pasado y le pidió
que alguien se hiciera responsable. Sin embargo, según asegura, lo único que
consiguió es que Gonzalo Duarte, entonces recién nombrado obispo castrense,
interviniera para que no lo dejaran terminar sus estudios de teología.
Pasaron muchos años
antes de que Mauricio pudiera recordar o hablar del tema, pero en 2013 y luego
de saber que había habido una queja canónica formal por abusos en el mismo
seminario, decidió presentar una querella ante la justicia ordinaria y una
denuncia ante las autoridades eclesiásticas.
La justicia
ordinaria sobreseyó la causa ya que no se pudo verificar el hecho dado que los
potenciales delitos estaban prescritos.
De la justicia
canónica Mauricio nunca más oyó.
"En el caso de
Mauricio Pulgar hubo una indagación canónica. Pero no había delito",
asegura Duarte. El renunciado obispo le explica a BBC Mundo que ser homosexual
activo "no es delito" sino un "grave pecado", mientras sea
con mayores. "Para un pecado no hace falta una investigación"
BBC
MUNDO
Reportaje
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